martes, 21 de julio de 2009

La Maldición de la Rumana


Caminaba yo alegremente (bueno, no muy alegremente, ya que iba a trabajar...) por Plaza de Castilla una calurosa tarde de verano (ainsss siempre soñé con decir esta frase...).

Ya os podeis imaginar: 15:45, todo el mundo volviendo a la oficina, la gente fumandose el último cigarro en la puerta antes de volver al trabajo, otros corriendo a coger el autobús (no es mi caso, suelo tomármelo con calma)...cuando, a lo lejos...la veo...pelo moreno largo y despeinado atado en una coleta, pendientes, anillos y colgante de oro parecidos al que llevan los malotes para aparentar ser más malos, camiseta amarilla plagada de manchas de aceite y una cosa negra que nunca acierto a adivinar, falda rosa hasta los tobillos bajo la que sobresalen unos diminutos pies que parece que acaban de estar pisando uvas negras. De sus manos colgaban al menos diez cadenas de oro.

Agacho la mirada, sé que va a venir a mi...Dios!

-Señoriiiiiiiiita, tengo oro baraaaato, compreme arrrrrrgo

Leches! que no te he mirado! dejame! no ves que pasaba intentando camuflarme con el blanco del suelo!!

Niego con la cabeza, siempre mirando al suelo para no tener contacto visual (todos sabemos lo que ocurre si le miras a los ojos, acaban lanzandote una especie de conjuro mental que hace que te pares y, por lo menos, mires lo que tiene!). Pero...cometí un error, el error de mover la cabeza...

-Yo te maldigoooooooooo, guasunnnnn jasummmmmm narajamaletem

Yo que se que fué lo que dijo, pero las primeras palabras me valieron: yo te maldigo

Nooooo, señora, noooo, no me acojone, mire que ya bastante mala suerte tengo para que venga usted, y porque no voy a gastar el poco dinero que tengo en sus baratijas robadas, me haga un conjuro de esos maléficos que no me podre quitar en la vida. Ah no, ni de coña!!!Así que me giré y le dije algo así como:

-Para tí bonita (uuuuuu gran frase ehhhh)

A continuación, como toda persona adulta y madura que se precie, hice lo que cualquiera haría: llamé a mamá...mamá me llamó gilipollas y fin de la historia.